FRASES PARA RECORDAR

NUESTRA SEÑAL DE IDENTIDAD

"Un pueblo puede tener piedras, garrotes, pistolas o cañones; aún así, si no tiene libros está completamente desarmado"



"Si no estás preparado para equivocarte, nunca llegarás a nada original"

" No les evitéis a vuestro hijos las dificultades de la vida, enseñadles más bien a superarlas"

DE INTERÉS PARA PADRES

Jueves 2 de Octubre 2014
¿Cómo actuar ante sus rabietas?
Las rabietas se consideran normales hasta que los pequeños aprenden a expresar su rabia de otro modo, pero esto no quita para que nos pongan nerviosos. ¿Cómo debemos afrontarlas?

La primera adolescencia de tu hijo

Salvo raras excepciones, todos los niños pasan por una etapa más o menos larga de rabietas y tozudez en la que resulta muy difícil entenderse con ellos.
Tanto es así, que muchos psicólogos se refieren a ella como “la primera adolescencia”. Este periodo se presenta entre los 2 y los 4 años y se caracteriza porque el pequeño, ante el menor contratiempo, empieza a llorar, gritar y patalear.
Sus ataques desproporcionados de rabia pueden prolongarse durante media hora y repetirse un par de veces al día, lo que hace que los padres acaben agotados y desmoralizados.
¿Sabes de qué hablamos? Para mejorar la convivencia diaria con tu pequeño, tan importante es que conozcas los motivos que le llevan a comportarse así, como las maneras más acertadas de afrontarlos.
CUESTIÓN DE INMADUREZ
Aunque tú sigas viéndole muy chiquitito, tu hijo ha dejado de ser un bebé grande para convertirse en una niña o un niño pequeño que ya no te necesita tanto: puede desplazarse de forma autónoma, comer solo, hacer que sucedan cosas a su alrededor...
Él se da cuenta de sus muchas capacidades y esto le produce una sensación de poder y control que le encanta, pero que le lleva a confundirse: cree que la manera de reafirmar su personalidad es oponiéndose a todo lo que le dices. Por eso te desobedece, te contesta mal... ¡y se enrabieta!
Además, igual que ocurre en la adolescencia, a ti ya no te ve como una mamá buena que le apoya en todo, sino como una madre que le marca límites y le prohíbe hacer lo que se le antoja. ¡Como para no protestar!
A todo este cúmulo de sentimientos y emociones se une que tu pequeño aún no maneja el lenguaje lo bastante bien como para poder expresar con palabras sus vivencias internas. Otro motivo por el que en lugar de decir “estoy enfadado” o “no me apetece nada lo que me pides”, opta por los gritos y el pataleo.
La tercera razón de las rabietas infantiles es la intolerancia de los pequeños a la frustración: no pueden soportar que algo que se han propuesto les salga mal.
HAY NIÑOS QUE SE ENRABIETAN MÁS
Algunos pequeños son más propensos que el resto a enrabietarse y a prolongar esta manera de reaccionar tan inmadura más allá de los 4 años. Son éstos:
·         Los pequeños demasiado consentidos por sus padres, o por sus abuelos, o por la persona que los cuida de forma habitual.
·         Los que están pasando por una situación difícil y estresante (el divorcio de los padres, la muerte de un familiar cercano...) y se sienten desorientados, inseguros y ansiosos.
·         Los hijos de padres separados que no logran entenderse, no se llevan bien y utilizan a los pequeños para hacerse daño mutuamente.
·         Los niños que han estado o están enfermos, si sus progenitores, con su mejor intención, acceden a todos sus caprichos.
·         Los pequeños que ven poco a sus padres por motivos laborales, cuando éstos intentan compensar sus ausencias con regalos materiales.

Cómo prevenir las rabietas

Llevar una vida ordenada y tener en cuenta su opinión en cuestiones que no sean fundamentales contribuye a prevenir estos ataques de rabia.
Que la etapa de las rabietas sea normal y no indique nada extraño en la evolución de los pequeños no implica que tengamos que pasarnos el día luchando con ellos. Para evitar que tu hijo se enrabiete...
·         Procura que lleve una vida ordenada. Las rutinas evitan que acumule rabia porque convierten en automáticos los momentos más difíciles del día: dejar de jugar para comer, salir de la bañera cuando está entretenido...
·         Convierte vuestro hogar en un lugar seguro para él. Así te ahorrarás dos problemas: tener que prohibirle cosas de continuo y vivir en vilo por si se hace daño.
·         Utiliza expresiones menos prohibitivas. A lo largo del día, sustituye algunos de tus “noes” por palabras como “¡para!” o “¡dentro de un rato!”. Le frustrarán menos.
·         Ten en cuenta su opinión en aspectos banales. Por ejemplo, permítele elegir el color de la ropa que vas a ponerle. Esto reforzará su ego y le ayudará a tolerar que en otras ocasiones no le dejes decidir.
·         No conviertas su día en una vorágine de actividades. Los niños necesitan tiempo para jugar a su aire, para estar tranquilos e incluso para aburrirse.
·         Cuida la forma de reprenderle. Si se porta mal, critica su acción (“no me gusta que arranques las plantas”) en lugar de a su persona (“¡qué desobediente eres!”). Así no se sentirá mal consigo mismo ni pensará que le rechazas y tendrá menos necesidad de estallar.
·         Evita las situaciones extremas. ¿Está agotado? No te vayas a hacer la compra con él, seguro que podéis arreglaros con lo que tenéis en casa. ¿Tiene sueño? Acuéstale antes de lo habitual, hoy necesita descansar más.
·         Distráele con otra cosa. Si se ha empeñado en vaciar el cubo de la basura y está a punto de enrabietarse porque no le dejas hacerlo, distráele con algo que sabes que le encanta, como ponerse su disfraz de Spiderman. Recuerda que este truco sólo funciona si eres muy rápida y si le hablas y actúas de un modo muy convincente.

Cómo actuar ante una rabieta

Hay diversas técnicas para afrontar esta situación. Busca la que resulte más efectiva con tu hijo.
Una vez que respires hondo y te sientas tranquila, aplica las técnicas que te explicamos ahora. No te desanimes, porque no todas funcionan a la primera ni con todos los niños.
Tendrás que ir probando al menos un par de veces hasta ver cuál es la más efectiva con tu pequeño.
Quedarte a su lado, evitando que se golpee con algo. Si esperas así a que se calme, le harás ver que te interesa lo que le pasa, pero que no vas a ceder ante su pataleta.
Hablarle con calma y firmeza. Cógele por los hombros, mírale a los ojos y dile en tono cariñoso pero firme: “así no”. Tu voz y tu mirada le convencerán de que hablas en serio y tus manos sobre sus hombros le recordarán que le sigues queriendo, lo que le ayudará a calmarse.
Cambiarle de entorno. Por ejemplo, si no logras sacarle de la piscina y lleva mucho tiempo en remojo, llévatelo a esa otra zona donde hay unos niños jugando al fútbol. Ver cómo corren y cómo chutan la pelota le hará olvidarse del agua... y de la rabieta.
Utilizar la “pausa obligada”. Esta táctica también suele funcionar, sobre todo cuando da el espectáculo delante de mucha gente. Llévale unos instantes a una zona alejada de todos (un minuto por cada año de edad), donde no pueda hacerse daño, para que se desahogue, se vaya calmando y, por último, reflexione sobre su actitud.
De cualquier modo, no intentes razonar con el niño mientras está enrabietado: no te escuchará y os pondréis más nerviosos. Y, eso sí, una vez que se haya calmado, abrázale o acaríciale y emprended juntos una actividad que le guste. La rabieta debe quedar olvidada.
Durante este periodo tendrás que armarte de paciencia y pensar que tu hijo no se enrabieta para fastidiarte, sino porque no sabe expresar de otra manera las emociones que siente. Repítete muchas veces que sus espectáculos serán cada vez menos habituales y que esta forma de desahogarse también tiene sus aspectos positivos (mira el cuadro de la página anterior).
Las rabietas sólo son negativas y persisten en el tiempo si cedes ante ellas y tu hijo aprende a utilizarlas para salirse siempre con la suya.
TODO TIENE SU LADO POSITIVO
Los especialistas coinciden en que, a pesar del mal rato que nos hacen pasar a todos, las rabietas son muy positivas para el desarrollo de los niños. Por diferentes motivos:
·         Les ayudan a liberar la tensión que han acumulado a lo largo del día, lo que se traduce en una posterior sensación de calma y de relajación.
·         Son una manifestación clara de que los pequeños están madurando, tienen sus propias opiniones y quieren imponerlas.
·         Demuestran que los niños se están independizando 
de sus progenitores psicológicamente, algo imprescindible para que puedan crecer a todos los niveles (emocional, físico, intelectual...).

·         Al mismo tiempo, indican que han establecido un apego sano con sus padres. Si no estuvieran seguros de su amor, no se enrabietarían tanto con ellos.



Diez formas divertidas de favorecer el aprendizaje de tus hijos


            1.-      Rompe moldes, literalmente. Deja de comprar cajas con artilugios que prometen resultados espectaculares para aumentar la inteligencia del niño. En lugar de eso, déjate guiar por el propio niño. Tómate tiempo para observar qué le interesa, y podrás empezar a ver tu entorno de una forma nueva.
  
   2.-   Organiza un viaje a tu propio jardín o al parque de al lado. Es estupendo salir a visitar una granja o al zoo, pero no hace falta ir tan lejos para despertar el cerebro de tu hijo. Los niños reciben una gran cantidad de estímulos intelectuales en su propio jardín o en el parque del barrio, donde pueden ser testigos del milagro de las briznas de hierba que se mecen con el viento, con las casas que construyen las hormigas, y toda la abundante vida que bulle en el suelo y la vegetación.

1.         3.- Fíjate en los números: están por todas partes. Igual que puedes ver rectángulos en los edificios, o círculos, triángulos y hexágonos en las señales de tráfico, los números están por todas partes y aparecen a cada paso en la vida de los niños. Cuando el niño reparte las patatas fritas con sus amigos, o comprueba que hay suficiente pastel para todo el mundo, está aprendiendo matemáticas.


1.       4.- Anima al niño a aprender el sentido de los números en su contexto. Todos aprendemos mejor cuando aprendemos algo significativo. Un niño aprende más sobre el valor del dinero si tiene la oportunidad de ganarse unas monedas en un puesto de refrescos, y ve qué puede comprarse con ellas, de lo que nunca aprenderá haciendo fichas.

5.-      Enséñale a tu hijo que leer es divertido. Si compartes tu entusiasmo por la lectura y el niño te ve absorto/a leyendo un libro o un periódico, le estarás mostrando de forma indirecta la importancia y el disfrute de la lectura.

6.-     Practica la lectura dialógica. No basta con leerle al niño. Pídele al niño que piense en un final distinto, hablad del libro desde su propia experiencia.

7.-No insistas en que hay una sola manera correcta de hacer algo. Si tu hijo encuentra una solución nueva para un problema, ¡fenomenal!.

8.- Permite que tenga tiempo y espacio para sí mismo. A veces los niños necesitan  desconectar de los amigos y estar a su aire. Puede parecer como si no estuvieran haciendo “nada”, pero en realidad cuando “no hacen nada” también están aprendiendo muchísimo. Los niños necesitan poder ser espontáneos.

9. Deja que tu hijo lleve la batuta. Si jugáis juntos y tú participas controlando demasiado el juego, el niño perderá interés y tú habrás perdido la oportunidad de permitirle imaginar y crear.


10. Apúntate a la diversión. Unirse al juego de los niños puede ser el mayor reto al que los padres se puedan enfrentar. ¡Pero merece la pena!


Kathy Hirsh-Pasek, Ph.D., and Roberta Michnik Golinkoff, Ph.D, Einstein Never Used Flash Cards. How Our Children REALLY Learn - and Why They Need to Play More and Memorize Less. Rodale Books, 2003







LA VANGUARDIA.COM publica el 27 de octubre un artículo que he creído interesante colgar en nuestro blog, titulado: Los 12 errores más comunes de los padres Cómo educar bien a los hijos es una preocupación frecuente entre los padres. Saber qué hacer en cada situación y cómo afrontar cada conflicto no es fácil ni hay recetas mágicas. Sí puede resultar más sencillo saber qué no hacer, cuáles son los errores La educación de los hijos provoca muchas inseguridades y no pocas angustias a muchos padres. ¿Lo estaré haciendo bien? ¿Debería haberle castigado? ¿Me habré pasado de duro? ¿Seré demasiado blando? ¿Cómo logro que me obedezca? Psicólogos y pedagogos explican que quizá restaría presión a los progenitores modificar sus expectativas: en lugar de aspirar a hacerlo todo bien, plantearse no hacerlo mal y, sobre todo, evitar los errores más dañinos a la hora de educar. Con la ayuda de Javier Urra –pedagogo, doctor en Psicología y Enfermería, y durante años Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid–, de Victòria Gómez –orientadora familiar y vocal del Col•legi de Pedagogos de Catalunya–, y de Julio Fernández Díez –psicólogo escolar, catedrático de orientación educativa y autor de Errores en la educación de los hijos (Pirámide)– hemos identificado los 12 errores que se consideran más comunes y perjudiciales a la hora de educar a los hijos. Son estos: 1. Disparidad entre los padres La falta de unidad de criterio entre las figuras de autoridad es uno de los grandes lastres para educar. De entrada, porque si el niño recibe mensajes contradictorios, si sus progenitores se desautorizan entre ellos, no sabe a quién hacer caso y se siente perdido, sin referencias claras. Y porque a medida que crecen aprenden a utilizar esas discrepancias o diferencias de criterio para hacer lo que quieren. “Siempre es mejor equivocarse juntos que acertar por separado”, resume Victòria Gómez, para quien frases tan populares como “pregúntaselo a tu padre” o “lo que diga tu madre” son un error. “Cuando piden algo y no se tiene un criterio claro o único, lo mejor es decirles ‘ya lo hablaremos y te daremos la respuesta’, para que vean que la familia es un bloque”, apunta. 2. Sobreproteger Aseguran los educadores que éste es uno de los errores más frecuentes en la sociedad actual. Los padres asumen muchas tareas de los hijos, estudian con ellos, les disculpan ante el profesor, intervienen antes de verles sufrir las consecuencias de una mala decisión, les dicen constantemente lo que han de hacer, organizan toda la vida familiar a su alrededor, les evitan disgustos… “Esta sobreprotección resulta muy perniciosa porque hace ciudadanos dependientes y a veces muy tiránicos, porque crecen pensando que el mundo gira a su alrededor, que son los reyes de la casa, no uno más de la familia”, advierte Javier Urra. La sobreprotección provoca personas inseguras, incapaces de tomar decisiones y de enfrentar las dificultades y contratiempos diarios, que no saben asumir las consecuencias de sus actos y con problemas de autoestima. Julio Fernández asegura que la sobreprotección es un error clásico a la hora de educar porque estamos preparados genéticamente para proteger la prole, como hacen otros animales con sus crías. “La infancia en la especie humana es muy larga, y para criar a un niño durante tantos años en medio de la sabana había que sobreproteger mucho; pero esa sobreprotección comenzó a resultar excesiva cuando la vida cotidiana se hizo menos peligrosa, y de ello dan cuenta historias como la de la Bella Durmiente o la del Príncipe Siddharta; lo que ha cambiado es que esa obsesión de los padres por salvaguardar a su hijo de todo mal que se atribuía y criticaba a príncipes y personajes de alta alcurnia hoy se ha generalizado a toda la población, y de ahí el actual síndrome del emperador”, explica. 3. Transmitir desprecio Frases como “ya sabía que lo ibas a romper”, “eres idiota”, “pareces tonto”, “no vales para nada”, “siempre me defraudas” o “no sé para que te he tenido” resultan muy dañinas para los hijos. Gómez enfatiza que no hay que faltar al respeto a los hijos ni ponerse a su altura cuando se enfadan: “Los padres no deben perder los papeles, han de controlar su actitud por mucho que el hijo les provoque; hay que estar por encima de ellos y no comportarse como un crío o como un adolescente, y perdonar con facilidad, no entrar en guerras del tipo ‘como él no me habla yo tampoco’”. 4. Falta de continuidad Los expertos advierten que un fallo habitual de los padres es dejarse llevar por su estado de ánimo a la hora de educar, de modo que permiten o no determinadas conductas en función de que estén más o menos cansados, contentos o enfadados. “Hay que tener conciencia de que estamos educando siempre, no en momentos concretos”, señala Gómez. Julio Fernández subraya que, ante los hijos, los padres son la autoridad, de forma que no deberían comportarse de forma arbitraria sino ecuánime y racional. 5. Castigar mal Poner sanciones desproporcionadas o sin lógica, imponer castigos imposibles, hacer promesas inalcanzables o que no se cumplen son errores muy habituales y muy nocivos a la hora de educar. Si los castigos no se aplican por imposibles o por dejadez, los padres pierden autoridad y transmiten la idea de que sus normas pueden quebrantarse fácilmente. “Es mejor ser moderado en el castigo y llevarlo a la práctica, y en lugar de castigar al adolescente sin salir todo un mes o exigirle que estudie cinco horas diarias, limitarle a una hora la conexión a las redes sociales o a la videoconsola”, ejemplifica Fernández. 6. Prometer y no cumplir Los educadores también alertan contra las promesas o premios inalcanzables, que además de decepcionar acaban desincentivando. “A veces prometemos comprarles el móvil o la bici si sacan buenas notas, y esa es una condición muy ambigua, de modo que quizá el chaval se esfuerza pero al final le decimos que no, que los notables no cuentan, que se esperaban de él sobresalientes, o que aunque sus notas son buenas no tendrá el premio porque se ha portado mal con su hermano, y el niño se frustra y deja de trabajar”, explica Julio Fernández. Y añade que en muchos casos se amplía aún más el error cuando luego, en un momento de arrepentimiento, esos mismos padres (o los abuelos), le acaban comprando el móvil o la bici sin haber conseguido el reto propuesto. 7. Comparar entre hermanos Todos los padres saben que cada hijo es diferente. Sin embargo, a la hora de educarlos no siempre los tratan de forma diferente. Lo habitual es lo contrario, que se esfuercen en tratarlos por igual y que, a menudo, los comparen. Pero, advierten los expertos, cada hijo requiere una educación distinta, un trato individualizado y que le dediquen un tiempo a solas, entre otras razones para poder conocerle y saber cómo hay que tratarle. “Las comparaciones continuadas entre hermanos suscitan celos, envidias y dañan”, alerta Javier Urra. 8. No poner límites Los expertos explican que muchas veces los padres no tienen un proyecto claro de cómo van a educar a sus hijos, cuáles son las normas mínimas que van a exigir, y van improvisando, de modo que no siempre son coherentes en sus criterios. “Mientras son pequeños trampeamos los problemas que van planteando, y en la adolescencia se pierde el control, se les quiere poner normas, y entonces ya es tarde”, comenta Victòria Gómez. Julio Fernández subraya que muchos padres priorizan la paz familiar por encima de todo y eluden su obligación de poner límites porque eso lleva en ocasiones al conflicto. 9. Ser amigos de los hijos Los psicólogos advierten que los padres son la figura de autoridad para el hijo y es un error tratar de ser amigos suyos en lugar de ejercer de padres. También desestiman los estilos educativos muy permisivos o aquellos que lo negocian todo. “El estilo democrático está bien para algunas cosas, como para decidir dónde se va de vacaciones, pero se ha magnificado y hay cosas que no se negocian, como el horario de estudio, el ir con cinturón en el coche o comportarse bien el supermercado, ahí ha de ser el padre el que ejerza la autoridad”, reflexiona Fernández. En su opinión, este tipo de errores se han extendido de la mano de lo que denomina “leyendas urbanas sobre educación”, informaciones del ámbito de la psicología que en un momento dado tuvieron vigencia y luego se demostró que no son ciertas pero continúan en la imaginación colectiva, como que no hay que castigar para no traumatizar, que hay que potenciar al máximo la autoestima o que Einstein era mal alumno a pesar de su inteligencia, ejemplifica. 10. Malos ejemplos “Los padres no pueden pedir al hijo que se controle o que no pegue si lo que le transmiten es que de vez en cuando a ellos ‘se les cruzan los cables’, insultan al del coche de al lado, o están siempre criticando; tampoco pueden exigirle que termine lo que empieza o que cumpla las normas si ellos no lo hacen”, dicen los expertos. La incongruencia entre lo que se dice y se hace “resulta muy negativa, quita fuerza moral y deslegitima”, apunta Urra. 11. Negatividad El que fuera Defensor del Menor de Madrid cree que es un grave error no transmitir a los hijos ilusiones, dilemas vitales y amplitud de miras. Advierte que cuando los padres son muy depresivos o negativos y los hijos crecen oyendo todo el día críticas sobre los demás y escuchando que no hay que fiarse de nadie, que los otros son dañinos, “eso repercute en su carácter, que acaba siendo despótico, lastimero, paranoico u ofensivo”. 12. Hacerlos mayores antes de tiempo Un error muy actual de los padres es acortar la infancia de sus hijos, hacerles mayores antes de tiempo. “Se detecta en la forma de vestirlos, en dejarles ponerse un piercing o adoptar comportamientos de adulto desde muy pequeños, en encontrar divertido y alentar que tengan novias o novios, en permitir que con 14 años tengan horarios de fiesta intempestivos…”, indica Fernández. Y subraya que el contrasentido es que a ese mismo chaval al que se deja salir de noche, se le prepara el desayuno y se le tramita la matrícula del instituto. “Por un lado les hacemos muy mayores, y por otro no les dejamos crecer, no les damos responsabilidades propias de su edad”, concluye.
Estimados padres:
 Seguimos configurando nuestro blog, ahora le ha tocado el turno a "cositas" más serias; he creído conveniente abrir una página enteramente dirigida a vosotros, donde iré poniendo toda aquella información  que tenga interés educativo y que vaya encaminada a la consecución de nuestro fin último: "Desarrollo integral de nuestros niños".

 BUEN ARTÍCULO PARA INAGURAR ESTA SECCIÓN. Me ha parecido interesante

¿Autoridad? ¿Libertad?. Parecen dos conceptos antagónicos, os invito a leer este pequeño artículo sobre ambos términos así como deseo que sea motivo de debate.


Autoridad y libertad
 
   Uno de los problemas de la educación en la actualidad es la falta de autoridad en la familia. Una madre se quejaba de que su hijo no le obedecía, le respondía a todo, le insultaba y no podía con él. Al preguntarle por la edad de su hijo contestó que tres años. ¿Qué había fallado en la educación? En otras ocasiones son los padres los que tiran la toalla y se desentienden de sus hijos porque piensan que no están formados y no saben qué hacer.
   Reflexionar sobre la autoridad de los padres y la libertad de los hijos es una tarea necesaria e irrenunciable.
   Podemos entender la educación como un proceso de mejora de la persona y también como un proceso de responsabilización de seres libres. Porque hay que promover la libertad y su correspondiente responsabilidad. No se trata de una mejora parcial, sino de toda la persona en su conjunto y no mejora en abstracto o en vacío, sino en aspectos esenciales como son la libertad, el amor y la fe.
   La autoridad no solo es poder, sino sobretodo servicio. Es un servicio a la libertad en desarrollo de otros seres humanos que van siendo cada vez más autónomos y más responsables en su propio proyecto de llegar a ser lo mejor de sí mismos, superando las limitaciones personales y ambientales.
   Por otra parte el desarrollo de la libertad personal es un proceso que puede ser acelerado por la educación. Educar la libertad es fomentar una mayor autonomía y una mayor responsabilidad en quien se educa.
   ¿Hay oposición entre autoridad y libertad? No, sino que se mutuamente se necesitan. Dice A. Muñoz Alonso: “La autoridad no sólo no se opone a la libertad, sino que la supone. Una oposición entre los dos conceptos implica una idea equívoca de la autoridad, subentendida como poder, o una falsa idea de libertad, entendida como indeterminación radical fundante. Entre las cosas o bienes que la autoridad, por serlo, ha de acrecentar, en gracia de su misma etimología o derivación de augere, se encuentra la libertad, su ejercicio y sus posibilidades reales.” (Muñoz Alonso, A.: “Autoridad” en Gran Enciclopedia Rialp, tomo III, Edic Rialp, Madrid, 1971, pág 70).
                        Arturo Ramo García.

                        Inspector de Educación






 7 DE ABRIL    DÍA MUNDIAL DE LA SALUD   el lema para el 2012: " La buena salud añade vida a los años"

 “ENVEJECIMIENTO Y SALUD”.
La buena salud añade vida a los años”. Este es el tema elegido por la Organización Mundial de la Salud, OMS, para celebrar el Día Mundial de la Salud 2012. En realidad es una campaña mundial que invita a todas las personas, desde los dirigentes mundiales hasta el público en general de todas partes, a prestar una atención especial a un problema de salud que tiene repercusiones en todo el planeta, el envejecimiento.
MÁS SALUD, MÁS AÑOS DE VIDA PARA LOS NIÑOS.
El 7 de abril de cada año, se celebra en todo el planeta el Día Mundial de la Salud. Es un día en el que cientos de actos marcan la importancia de la salud en la construcción de una vida feliz y productiva. El Día Mundial de la Salud, con el que se conmemora la fundación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), brinda una ocasión para fomentar la toma de conciencia sobre aspectos clave de la salud mundial.
El Día Mundial de la Salud se celebra el 7 de abril todos los años para conmemorar el aniversario de la fundación de la Organización Mundial de la Salud en 1948. Cada año se elige para esta fecha un tema que pone de relieve una esfera de interés prioritario para la OMS. Al centrar la atención en los problemas sanitarios que van surgiendo, esta conmemoración brinda la oportunidad de emprender acciones colectivas para proteger la salud y el bienestar de las personas.
 Se trata de mostrar cómo gozar de buena salud durante toda la vida puede ayudarnos en la vejez a tener una vida plena y productiva, y a desempeñar un papel activo en nuestras familias y en la sociedad.

Durante el siglo pasado, la esperanza de vida aumentó de una forma tan acusada que en el mundo pronto se contarán más personas de edad que niños. Esa transformación social presenta a la vez problemas y oportunidades. La OMS ha elegido este lema para mostrar cómo gozar de buena salud durante toda la vida puede ayudarnos en la vejez a tener una vida plena y productiva.
 

   http://www.guiainfantil.com/educacion/familia/comfamilia.htm
       9 de Octubre 2012
       Navegando un poco por internet he encontrado este artículo que puede ayudar  a aquellos padres que estén pasando por la etapa de rabietas y pataletas de sus hijos


LAS PATALETAS DE LOS NIÑOS, ¿CÓMO ACTUAR?
No hay niño que no haga una pataleta. Según el carácter, algunos niños suelen repetir este comportamiento con más frecuencia, pero en general las pataletas son en algún momento de la infancia, el método escogido por los niños para obtener algo que desean.
La reacción de los padres ante esta conducta es la clave para que los pequeños abandonen la idea de hacer pataletas o por el contrario, la identifiquen como la táctica perfecta para hacer su voluntad.
Entre los 18 meses y los tres años, la rebeldía y las pataletas predominan. Algunos pedagogos afirman que en este periodo se produce una fase de autonomía para desarrollar aspectos de su personalidad.
Quieren revelarse contra sus padres e imponerse en el mundo de los adultos, se vuelven tercos y oponen resistencia a las órdenes, especialmente si tienen mal carácter.
Cuando vamos de compras, no es raro que los niños se encaprichen con algún juguete y hagan un gran show con el fin de obligar a los padres a comprar el juguete. Comienzan a llorar, a gritar, se quedan estáticos y se niegan a caminar. Algunos hasta se tiran al suelo y se levantan  sólo hasta que ven a la madre con el juguete en la mano para ir a pagarlo.
Un castigo no será suficiente para que el niño entienda que no debe hacer pataletas, por eso te damos algunos consejos que puedes aplicar y evitar que estas incómodas situaciones se vuelvan a repetir.
- Ignora. Si el niño ve que con la pataleta no está obteniendo lo que quiere dejará de hacerla. Gritarle o decirle que se calle no solucionará nada, la rebeldía predominará en su comportamiento, hará todo lo contrario a lo que le indiquen.
- Hablar en voz baja irá poco a poco calmando la situación. No hay que dejar que el niño perciba intranquilidad en los padres y si le hablan en voz baja notará que sus gritos no son necesarios.
- No hay que reaccionar con rapidez. A veces las pataletas también son una excusa para desahogarse, los niños también tienen derecho a enfadarse. Cuando el niño empiece a llorar déjelo y lo atienda a sus lamentos, luego de unos minutos el pequeño ya se habrá desahogado y se le podrá hablar con calma.
- Nunca hay que darle al niño lo que quiere sólo por evitar el espectáculo. Es mejor vivir  la incomodidad una vez, pero dominar las siguientes situaciones.

- Después de una pataleta trate de buscar algunos temas que hagan olvidar lo ocurrido. Hacer que el niño ayude en la compra, pedirle que le ayude a buscar productos o decirle al pequeño que irán todos a comer unas pastitas, disipara la tensión del momento.

                                                                      Pagina Web: www.garabatos.edu.pe
 
 

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